miércoles, 19 de octubre de 2011

"LA CRISIS SALVARÁ A LOS NIÑOS; LES ENSEÑARÁ A SUFRIR"
Ana Pantaleoni, Diari EL PAÍS

De noche, los niños tienen miedo al coco. Para algunas madres, el coco es Eduard Estivill, que ha enseñado con su método a centenares de padres a dormir a sus pequeños. Estivill (Barcelona, 1948), el médico del sueño, ha vendido tres millones de ejemplares de su libro Duérmete, niño. Tras 16 años, ahora prepara una segunda edición con el objetivo de lograr que el bebé duerma solo desde el primer día. Estivill retrasa la cita media hora. Esta mañana de calor ha tenido que acudir al entierro de un buen amigo, el músico barcelonés Josep Maria Clua. Se emociona al llegar al Bilbao, un clásico de la guía de restaurantes de Barcelona: “Vengo aquí con mis amigos músicos desde los años setenta. Hoy tiene un significado especial”. Le brillan los ojos. Tiene el corazón partido entre la música y el sueño.


Ni tiempo para ver el menú. El patrón del restaurante nos sirve un aperitivo y la paella que él mismo acaba de preparar. “Solo quiero un plato, porque no me cabe. Como cinco veces al día pero poco. Sufrí una obesidad mórbida porque soy hijo de la posguerra y mis padres me sobrealimentaron. Entonces, un niño gordo significaba un niño sano. Hace ocho años tuve una embolia que por suerte se quedó en la pierna”. Llegó a pesar 138 kilos y no tuvo más salida que la cirugía. Ahora está hecho un figurín. Come muy despacio. Tarda una hora de reloj en acabar con el enorme plato de arroz.
Estivill ha vuelto a la carga con un libro escrito junto al doctor Gonzalo Pin. Se llama Pediatría con sentido común (Plaza & Janés) y supone un viaje en todos los sentidos del crecimiento del niño, físico y emocional, y un extenso catálogo de fichas médicas. “Es el manual completo del niño. Hicimos la prueba del Google: puse ‘manual de pediatría’ y salieron 23.000 citas. Escribimos ‘pediatría con sentido común’ y salieron cero resultados”.
En el buscador salen centenares de referencias de Estivill, tanto buenas como malas. “Las opiniones en contra de todo lo que nosotros enseñamos en los libros solo están en Internet. No hay un solo artículo científico ni una sola controversia y crítica en las sociedades y el mundo científico. No he inventado nada: mi mérito es saber poner en palabras sencillas lo que la ciencia ha ido descubriendo. Internet no es un foro científico: cualquiera pueda hacer de médico o de periodista. Mi actitud es siempre la misma: no entrar en controversia con esas opiniones”.
Veinticuatro horas antes de la entrevista, Estivill recoge a sus nietos del cole. “Los de vuestra generación sois mejores padres que nosotros y que nuestros abuelos. Tenéis un mérito bestial. Con la incorporación de la mujer al trabajo tenéis mucho menos tiempo, porque no habéis dejado el trabajo de casa. Sois padres mucho más cultos, más interesados en educar bien a los hijos, pero con menos tiempo, y eso hace que tengáis la sensación de que no se hacen las cosas bien y se tiende a la sobreprotección y a no consolidar los límites de forma correcta”.
Padres que educan en un contexto de crisis. Estivill está convencido de que servirá para algo. “La crisis salvará a los niños, seguramente los enseñará a sufrir, estarán educados en la frustración. El éxito es algo totalmente puntual, hemos de tender a buscarlo, pero el camino al éxito está lleno de frustraciones. Hasta ahora los niños lo tenían todo”.

domingo, 16 de octubre de 2011

"EL PEDESTAL ON CAL ENFILAR ELS MESTRES" CarleS Capdevila, Diari ARA

Que el mestre tingui rang legal d’autoritat per evitar que rebi agressions em sembla tan lògic que ho aplaudeixo i no hi dedicaré ni una línia més. Violència a banda, la pèrdua de respecte cap al mestre està massa estesa, i els pares en som culpables. Els nens han d’anar a escola entenent la diferència entre sí i no i assumint que algú decideix quan es parla i quan es calla, i que aquest és el mestre. L’autoritat no se l’ha de guanyar sent boníssim (els brillants sempre ho aconsegueixen) sinó que té a veure amb el càrrec. Al mestre mediocre també se l’ha de respectar, la seva feina ho porta implícit. No entro en detalls com ara si els alumnes s’han d’aixecar o els mestres han de tenir pedestal: no ens posarem d’acord i sempre n’hi haurà que reclamaran més autoritat fins a tornar al blanc i negre. M’avorreix el debat sobre el pedestal físic i m’entusiasma posar en un pedestal simbòlic la feina que la societat delega als mestres. M’indigna sentir pares criticant els mestres davant dels nens amb una imprudència del tot temerària, perquè dir als teus fills que l’adult que els educa no mereix respecte és assenyalar-li el camí d’ignorar també el que li diguis tu. I el missatge per al nen és diabòlic: et deixo tot el sant dia amb un de qui no em refio gens, però tu ni cas, i si no et tracta bé ja aniré a protestar. Sisplau, corregim aquesta irresponsabilitat tan gran que fa vergonya.